Búsqueda y ruptura

Article publicat a El correo catalán (18 de març de 1976)

Àlex Broch

Con lentitud pero de manera progresiva la literatura del País Valencià está creando su novela. En realidad está creando las bases sobre las que se desarrollará toda su literatura y géneros posteriores. Lo ha hecho con cierto retraso —las circunstancias son diferentes— a otras de lengua catalana, pero con la llegada de los setenta una nueva generación, la nacida después de la guerra —hacia finales de los cuarenta y principios de los cincuenta— accede a la publicación convirtiéndose en los primeros autores de un movimiento sobre el que hay fundadas esperanzas. Es dentro de este proceso conjunto donde hay que situar la novela valenciana. En poesía y teatro se cuenta ya con una obra relativamente numerosa. Pero es en estos dos o tres últimos años, cuando de manera concreta la novela se ha incorporado a la producción general. No hay duda que ha contribuido a ello el premio anual de narrativa valenciana «Andròmina» que otorgado en su tercera convocatoria ha recaído hasta hoy en «Assaig d’aproximació a “Falles Folles Fetes Foc”», de Amadeu Fabregat (1973), «Els cucs de seda», de J. F. Mira (1974) y a  «Matèria de Bretanya», de Carmelina Sánchez (1975), todavía inédito. A estas tres novelas habrá que añadir «El bou de foc», también de Mira, así como la de algunos finalistas al «Andròmina», quienes, si bien sin ninguna obra publicada, se perfilan ya como componentes de un mismo grupo generacional que, se completa hoy, con la reciente obra de Josep Gandía Casimiro, «Dentadura postissa», (1).

De los datos reseñados, sin considerar la novela inédita y por tanto desconocida de Carmelina Sánchez, hay tres consideraciones que, momentáneamente pueden esclarecerse y que, por su clarificación pueden ser importantes. La primera, que dentro de este grupo generacional —todavía en clanes y reducido— se observa una doble clasificación cronológica  que permite hablar de mayores, J. F. Mira (1939) y más jóvenes, J. Gandía Casimiro (1945) y Amadeu Fabregat (1947). En segundo lugar, esta doble clasificación no es sólo cronológica sino que establece una posición diferente en la manera temática y técnica, de afrontar el hecho narrativo. Y, en tercer lugar, que las actitudes del grupo más joven, Fabregat y Gandía, constituyen una constante existente, real y polémica en la nueva narrativa dentro de todo el ámbito de los Països Catalans. Biel Mesquida para la novela mallorquina o, para el Principado, Oriol Pi de Cabanyes, es su segunda novela o ciertas narraciones de Josep Albanell, son algunos de los nombres y obras que atestiguan lo que decimos.
        
Hoy ya podemos afirmar que dentro de la narrativa de la «generació dels 70» hay una parte, cuantitativa y cualitativamente importante, de novela de búsqueda y ruptura. Principalmente en lo que se refiere al aspecto técnico pudiéndose observar un alejamiento de los modelos tradicionales e históricamente establecidos por el uso. Ello representará una intensificación de las formas y recursos técnicos de creación así como del aparato teórico sobre el que se sustentará la producción y práctica literaria pudiendo llegar a adquirir estos aspectos un relieve notable dentro del proceso narrativo y determinar una posible forma y manera de interpretar y valorar  esta «novela de búsqueda y ruptura». No es difícil que términos como formalismo y vanguardia se barajen de forma frecuente o surjan polémicas y declaraciones que pretendan clarificar, establecer o justificar posiciones y actitudes como las representadas, en estas últimas semanas, por Trencavel, Jaume Melendres, Ignasi Ubac. En lo que se refiere al tema que tratamos ya escribimos hace meses y en estas mismas páginas, bajo el título de «Novela y antinovela», nuestra opinión en relación a lo que podemos considerar «novela de búsqueda y ruptura». Defendimos su necesidad pero no su exclusivismo. Actitud que compartimos hoy porque seguimos pensando que existen suficientes razones y contradicciones inherentes a cada una de las distintas posiciones como para no aceptar, en lo formal, una única y exclusiva verdad literaria. Así como tampoco el hecho de que necesariamente exista una relación transitiva de manera que determinado nivel técnico lleve siempre implícito un determinado nivel, opción o actitud ideológica, o, bien, viceversa.

Por lo dicho se deducirá que «Dentadura postissa» de Josep Gandía Casimiro es un texto que se aparta de la consideración establecida como novela. Es más, si la obra literaria puede producir rechazo de lectura a no dudar «Dentadura postissa» producirá los suyos que pueden llegar a ser muy numerosos. Y no sería del todo extraño pues si bien algunas de las novelas citadas, dentro del grupo de ruptura de la nueva narrativa, han cambiado su lógica externa pero en todas se deduce un proceso temático interno de cierta entidad y configuración, la novela de Gandía Casimiro dificulta la comprensión de esta lógica interna creando un personaje narrador —Jacinta— inmerso en una perpetua contradicción —la imposibilidad de discernir lo que es realidad o ficción— que creará situaciones paradójicas y de supuesta suplantación de personalidad —en la persona de su hermano/amante— Jacinta vivirá esta contradicción en su mente/sueño y la trasladará a todos los personajes que le rodean y al lector del mismo texto creando un juego de incongruencias que sólo toma un posible sentido si, por encima de la referencia a la sociedad valenciana debatiéndose en el inmovilismo y parálisis económica por no haber sabido evolucionar o el progreso por saber conectar con los tiempos actuales, pensamos que «Dentadura postissa», se enfrenta, como las últimas líneas señalan, contra el propio texto, y, más concretamente, contra la misma literatura. «Dentadura postissa», cuestiona la misma literatura frente a la sociedad delante de la cual aquella es sólo un simple «simulacro». El texto se ha ido creando, se ha hecho relato, pero esta creación lleva implícita la misma duda —verdad-ficción— y su misma autodestrucción. Siguiendo el símil propuesto la literatura es como una dentadura postiza que permite masticar una realidad que sólo es una forma de reflejo de la auténtica. Una forma que siendo superpuesta, suplanta la función real.

Notes:

(1) «Dentadura postissa», J. Gandía Casimiro. Eliseo Climent, Edit. València, 1975.

 

 

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