I Preliminares
Por fin he terminado la lectura de Si jo fos fuster i tu et diguessis Maria. El consabido trabajo pro pane lucrando, una enfermedad seria, y varios sucedidos quo no hacen caso, me han forzado a interrumpir una lectura que incita a la ávida continuidad. Y cuando me disponía a comentar la novela de Blai Bonet, he aquí que, hojeando las páginas literarias de números atrasados de «La Vanguardia», veo, en la recensión correspondiente, que esta última obra de Bonet es calificada de «novela confesional». Ello me induce a replantearme el esquema crítico que ya tenía esbozado, y a hacer, .aquí mismo y siempre con vistas a la novela en cuestión, algunas consideraciones previas qua han de ser también, historia y parte de autobiografía. Porque antes de preguntarse si, efectivamente, Si jo fos fuster... es una novela confesional, hay que saber qué clase de novela cuadra a tal calificativo y cuáles son sus motivaciones y avatares.
Parece fuera de duda que, en el ánimo del aludido recensionista de «La Vanguardia», «confesional» equivale a «católica», para lo cual habremos de empezar por hacer historia.
En Francia la conversión al catolicismo de eminentes hombres de letras (Bloy, Max Jacob, Péguy, Claudel)... aportó a las letras católicas una gran dignidad literaria y, simultáneamente, un planteamiento problemático del hecho y de la vivencia religiosos. De ello se siguió: 1º que la literatura católica dejó de ser una literatura «piadosa», «devota», para hacerse conflictiva y provocar una conmoción en todo el aparato de la fe; 2º que, como alguien ha dicho, los intelectuales católicos dejaron de sentir complejo de inferioridad y pusieron su pensamiento en contacto y al nivel del pensamiento contemporáneo laico. Paralelamente, aunque un poco después (los poetas van siempre por delante), nació una «nueva teología» en cuyas posiciones no puedo detenerme pero cuyos autores prepararon la «toma de conciencia eclesial» y la repristinación del catolicismo que han sido el motor y la meta del Concilio Vaticano II. Muchos de ellos, entonces avanzados (Chénu, De Lubac Rahner, y el Daniélou anterior a su elección al cardenalato, entre otros), tienen hoy, ya, cierto valor «prehistórico». Caso aparte es el padre Teilhard de Chardin, que traspuso su antropología a una mística no siempre coherente y continuamente sospechoso a los ojos de los vigilantes de la ortodoxia. Porque la actitud de Roma ante el nuevo movimiento teológico fue ambigua y oscilante, como corresponde a la diversidad de tendencias que opera en los altos estamentos eclesiásticos: las encíclicas Spiritus Paraclitus, de Benedicto XV, y Divino afflante, de Pío XII, estimulaban la apertura; el «monitum» contra Teilhard y la encíclica Humani generis, también de Pío XII, cerraban la guardia y endurecían las fórmulas regresivas.
Pero volvamos a la literatura, y concretamente a la novela. La «novela católica», es un producto francés de aquelmomento, aunque cuente entre sus más conspicuos cultivadores al inglés Graham Greene: Mauriac, Bernanos, Julien Green (norteamericano de expresión francesa). Maxence van der Meersch (de calidad notablemente inferior), etc. A mí, celtíbero acostumbrado a sufrir las militancias irreductibles y la incomunicación feroz de los discrepantes, me asombra comprobar cómo pudo nacer y florecer una corriente literaria que, sin abjurar de sus principios, los permeabilice con la ciencia y la conciencia del presente; y más aún, como los novelistas franceses de este grupo adoptaron posiciones políticas de izquierda que, desde Péguy ante el «affaire Dreyfus», llegarían hasta la Resistencia antinazi, pasando por las guerras de España, de Indochina y de Argelia (he dicho novelistas; entre los poetas está la excepción del ampuloso y arcaizante Claudel).
La «novela católica» era –lo repito- no la novela «moral», «edificante», «ejemplar», sino un crudo muestrario del mal, de la duda, del pecado, en un mundo en el que la presencia de Dios es contradictoria y desconcertante. Novela «para no ser puesta en todas las manos», según la moralina tradicional, pero rigurosamente católica en su concepción de las relaciones del hombre con Dios, y mucho más válida que las estampas pías de la literatura católica anterior (es decir, válida simplemente). A menudo, el sacerdote, por su condición de mediador y de dispensador de la gracia, aparece en esta novela, pero sometido a sacudidas existenciales y a desfallecimientos humanos, a crisis de vocación y a choques con las estructuras eclesiásticas. Acerca de los diversos tratamientos que se dan a la figura del sacerdote quiero hablar al ocuparme directamente de la novela de Bonet; baste por ahora adelantar que la degradación de esta figura dará lugar después a la «novela de curas», y aún al «cine de curas», tan deleznablemente cultivado en España hacia el año cincuenta.
A España, la «novela católica» llegó, como todo lo europeo, con retraso. (Otra cuestión es la de un pensamiento católico de izquierda, que se aglutinó, antes de la guerra civil, en torno a la revista «Cruz y raya», desaparecida con el exilio de su director José Bergamín. Las revistas que la sustituyeron mediocremente en la postguerra -«Finisterre», «Arbor», etc.-, han conectando con el pensamiento católico europeo, eligieron, claro está, el ala derecha del mismo: Romano Guardini, Urs von Baltasar...) Fue en la década de los cincuenta cuando, por esas misteriosas filtraciones que, dado el estado de cosas del momento, uno no acaba de explicarse, la «nueva tecnología» y la «novela católica» irrumpieron en España escandalosamente. Aparecieron revistas de este signo («El Ciervo», «Incunable», «Espiritualidad seglar», etc.), y el clero joven, esporádicamente apoyado por alguna rara jerarquía, inició el viraje que aún no ha terminado de dar. Yo, qua nunca he sido eclesiástico, desempeñé, de 1955 a 1960, la cátedra de literatura y comentario de textos literarios de un Seminario diocesano, en virtud de cierto vacilante afán de «agglornamento» que acometió a un obispo (hoy arzobispo) cuyo nombre no viene a cuento. Piensen ustedes que el libro de texto era (horresco referens!) el del padre Risco, y que las lecturas habituales iban de Gabriel y Galán al inevitable don José María (el de El divino impaciente). Lo primero que hice fue imponer como texto el de José Manuel Blecua (documentado, objetivo y sugestivo. Luego mandé leer y comentar poemas de Shakespeare, de Rimbaud, de Juan Ramón Jiménez, de Antonio Machado, de Miguel Hernández... Y en lo que toca a la novela, arrinconé al padre Coloma y a .Ricardo León, y repartí «novela católica». La conmoción entre los jóvenes «filósofos» y «teólogos» fue espectacular. Algunos profesores de teología, los de la «nueva ola», me secundaban en sus respectivas disciplinas, y puedo asegurar que aquellos años fueron los de más entusiasta y fructuosa entrega de mi quehacer. No faltaron, por supuesto, los roces graves entre seminaristas y autoridades eclesiásticas recalcitrantes. Yo mismo me vi envuelto en algún episodio que ciertamente no pasó de lo pintoresco. Pero en las habitaciones de los seminaristas, frecuentemente disimulados u ocultos, estaban los libros de Chénu, de Teilhard, de Juan Ramón, de Machado, de Bernanos, de Mauriac (y, como fundente y clarificador de todo aquello, Catolicismo día tras día, de Arenguren, libro capital para entender la evolución que relato y uno de los primeros que recomendé; los más estudiosos emprendieron después el estudio de Literatura del siglo XX y cristianismo, de Charles Moeller, libro igualmente decisivo en la ocasión).
¿Qué queda hoy de la «novela católica», aparte de su indudable valor literario y de su relativo valor histórico? Me atrevería a decir que muy poco. La «secularización» de la vida y de la cultura (aún tomando esa palabra en el sentido en que la emplea la Iglesia católica) parece haber planteado la literatura a niveles de creación autónoma. La «horizontalización» del sentimiento religioso parece excluir la penetración en una interioridad problemática y problematizada: el «compromiso» (cuando es asumido como tal) atiende a la liberación colectiva del hombre y a su realización temporal. El «ecumenismo» favorece el reconocimiento común de la existencia de un Dios personal, más que la expresión de la lucha íntima del hombre con él. Ya no es que el novelista escriba «novela católica», sino que el novelista católico escribe «novela tout court», aunque eventualmente su condición de católico imprima novela un determinado sentido, nacido con la novela misma, no preconcebido en orden a dar una «explicación católica» del hombre. El caso de Heinrich Böll, ahora de actualidad por la adjudicación del premio Nobel, me parece a este respecto, bastante ilustrativo. ¿Es, pues, Si jo fos fuster..., una novela «confesional», o, lo que es lo mismo, una «novela católica»? Dejemos la respuesta para el próximo artículo, en el que me atendré exclusivamente a esta obra de Blai Bonet.
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hay, puede desvanecer la relacidn que yo estudiaba coma posible entre la novels de Blai Boner y otras formas anteriores de la narrative. Siempre me ha gustado analizar una obra literarla teniendo en cuenta no 'solo . su contorno social, politico, sentimental, etc.), sino tambien sus tai ces, o, si se prefiere, su historic, incluidos en esta to especificamente documentai y to directamente humans (o la egrandea y la apequena» historic). Eats puede parecer una pretension pedantesca de tomar has cosas ab ova gemino, sera yo creo qvo contribuye en gran medida n elucidar el set de la obra en cuestion, to Gaol, en definitive, es to que constituye I, critics.
El punts de enlace entre ml artlcuis anterior y el presence es la conshderacldn dei sacerdote coma protagonists de ha novels catdlica (entendiendo ya data on us sentido amplio), A ml iuicio. el sacerdote puede protagonizar una novels confeaionai de cuatro mantas. Prlmera: coma sujeto conflictive, cuya probhemdtica de hombre•sacerdote forma eh eje dei relate; ejemplos lei eras: Dierio de un cure rural, de Bernanos, y El porter y Ia gloria, de Graham Greens, Segurtda: coma punt ente de ficcidn cuya condicidn sacerdotal no
lace otra cola que superpo net un determinado matiz (ideologico, psicoldgico, etc.) a , la sucesidn de peripecias d la narracidn; e)emplo; lam ndvslas dei apadre Browns., de' Chesterton. Tercerd: Co. ma portavoz, en un dintorno costumbrista, de una idealsgia, v enn este cast se rtes
via hacia to apologetics; ejemplo: la serie de tDon Camilos, de Guareschi. Cuarta: Coma sujeto de problemas no ya dei Sods persona'led. sino estructurales (de has estructuras eciesiasticas); ejemplo; has novelas de eiglesia - ficchon» de Morris West o to reciente E> ob7ispo, de Bruce Marshall (y en este cast serie mss propho hablar
de anovela echeshasticaa quo de anovela rellglosaa).
Volvamos a Si jo fos fur-. ten,,, `Es amossen Josepu el protagonists de Is novels, y en consecuencia, data cabs dentro de aiguna de has ma dalidades recidn apuntadas?. A ml entender, solo parcialmente, dentrs de la primers modalldad, pert on un doble aspects; sustanciai de aria parts, sweats quo, sin son to quo antes se ilamaba eel lid-, rook (la novels, de intents, abarca Sods us estrato social), da sentido al conjunto, de tai suede quo los peresnajes y sus villas estan vistas y cualiflcados on funcidn dei sacerdote y de su ministens; do stns pads, estrictamente literarla, coma centre constants de referenda de una pluralidad de aconteceres. En esencia, Si jo foe luster,,, es us fresco de determinada juventud burguesa de la Barcelona actual, quo precisamento revels a travds de emossdn Joseps (sacerdote aposconciliars quo estrena su ministerio) su entidad coma close y su posibihldadde ~trascendencia. El stasis amossbna apareco en persona on sodas ocasiones, pots has diversas histories paraleias Ie son relatadas a eh, y el, desdo el trasfondo, Ids confiere to quo yo Ilamaria una edignidada,, o major sun, una apureza fundamentals. Porque Si jo fos luster, ,,me parece, sabre tolls, un casts afar de pureza, afar transparente on quienes ya ha passer (amossen Josepp, eJoan Miquel>a, tOvidi:a y aMadax, eMadiu y aManuel Saladrigasn) y opaco on quienes luchan rteseaperadamente en favor o en contra de ells (tiJoan Saladrigasa, aMantserrat Vila»). Tal vez esa pureza estd oncarnada demasiado esquemdticamente en its personajes jdvenes, mientras quo has mayores aparecen manchados o perdidos. -La historic de eOvidl>t y tcMartas (especie de
Pablo y Virginia en cristiano y on nuestros dies) results harts signiflcativa a alto respects. Asimismo, (a actltud aposconctiiarm dei amossbna aparece, qulzds, exceslvaoiente note y rectilinear pidnsese
MOLINA OA POS
.3n su primers homilia, relative al demonic y en sus visi• tad al obispo y a la curia. El contorno politicosocial se presents may diluido en toques impresionistas, a veces u(1 Santo reit.erativos.
Pose a su contextura dialogs) (ya he dicho que Sodas has uvidasa le son relatadas al sacerdote), pese a su multiplicidad argumental y a algUn que airs flashback (Las evocaciones que hate uOvidi» de su infancin y de su pals natal), de hecho, Si ha fos luster,., es una novels tlineala en la que la experimentacidn estilistica quells reducida a la disposicidn tipsgraflca (a veces liege a fatigar la repeticidn de lineal de untos destinada a pautar los di~logos). De stns parts, la sistamatics intercalacidn de onomatopeyas, de imagenes tomadas de la villa ciudadana, de metaforas y de un dents humor suavemente critics prestan vivacidad al hen• guaje y a la andadura dei re hats plural.
En cuanto al lenguaje, he' distinguido en el tres formas que se alternan sin contrapo
rse, pert sin complementarse nacesariamente: 1.', el dialogs « barce)bnr>; • ,
de castellanismos y de neols gis,moc y a la vez dotado de una rora 'puicnitud; pare mi, es un acierto singular la cam binacidn dei acatalan de Ia caller actual con un' Catalan heredado par los Idvenes de quienes vivieron una culture catalana burguesa prapia (eels Magatzems Alemanys dei temps de Prat do la Ribab); 2.`, ha descrjpcidn directa, impresionista,' sincopada, lions de referencias a la Barcelona y a los acontecimientos de boy (anal veces chispeantes y otras veces algo gratuitas, pert slempre expresivas); 3.* la descripcldn, podtica (excursion de tOvidis y amossdn Josepe, evocaciones de tOvidis, (dihio entre Oslo y tMarta»), sin dada la de mds alts calidad literarla y en la que el gran poets que es Blai Bondt (se irrtpone sabre el prosista con us vocabulario rice, encadenado en pdrrafos largos donde predominan la metafora sensorial, eh ritmo interns, Ia deslumbranta sucesidn de imagenes quo larder realidad y fantasia. Es de natar que tints io morfologia coma la sintaxis son, en tads la novela, netamente catalanas (es decir, no dialectales, o, Si se qulere, no malhorquinas), en Santo que, a to largo de es tos•pasajes apoeticoss, el vacabulario se esmalta de algunos mallorquinismos quo Ie anaden « casta>a y vigor.
Concluyamos, ~Es o no, Si lo fos faster,,,, una navela acanfesionala?, Si, en cuanto gtte encierra una concepcldn religiosa dei acontecer humans, manifestada en y alrededor de un sacerdote qua, sin ser ei personaje principal (en ei sentido tradicisnai de estos terminal), ec el loco que ilumina con una luz rellgiosa el entrecruzamlento de unas Villas de hay. Otra coca serie discstin si la creencia on Dios suede ester difuminada en una creancia en el hombre, vista, ciedamente, en su trascendencia y sabre Sods (ya to he dicho) on su apasionada bdsqueda de pureza. Ciertos toques Inocentemente vvolterlanosy y una paipitante sonsualidad (quo no orstismo peso a incidir, aqui y slid, en la aexualidad) atenOan o enturbian el rigor de ha sonic problematica quo se plantea, Lo dual pudde restar profundidad a Ia novels o, par ei contraris, acercdrnssia mss, constituida on en conjunto . fluldo y atrayente de dosenfrenada autenticldad y, on el foods, de entrai able psesia.
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