Si jo fos fuster i tu et diguessis Maria

Text publicat al diari Ultima Hora (13 d’abril i 4 de maig de 1973)

Blai Bonet, Si jo fos fuster i tu et diguessis Maria, 1974.

Document pdf pdf

Enrique Molina Campos

I Preliminares

Por fin he terminado la lectura de Si jo fos fuster i tu et diguessis Maria. El consabido trabajo pro pane lucrando, una enfermedad seria, y varios sucedidos quo no hacen caso, me han forzado a interrumpir una lectura que incita a la ávida continuidad. Y cuando me disponía a comentar la novela de Blai Bonet, he aquí que, hojeando las páginas literarias de números atrasados de «La Vanguardia», veo, en la recensión correspondiente, que esta última obra de Bonet es calificada de «novela confesional». Ello me induce a replantearme el esquema crítico que ya tenía esbozado, y a hacer, .aquí mismo y siempre con vistas a la novela en cuestión, algunas consideraciones previas qua han de ser también, historia y parte de autobiografía. Porque antes de preguntarse si, efectivamente, Si jo fos fuster... es una novela confesional, hay que saber qué clase de novela cuadra a tal calificativo y cuáles son sus motivaciones y avatares.
Parece fuera de duda que, en el ánimo del aludido recensionista de «La Vanguardia», «confesional» equivale a «católica», para lo cual habremos de empezar por hacer historia.

En Francia la conversión al catolicismo de eminentes hombres de letras (Bloy, Max Jacob, Péguy, Claudel)... aportó a las letras católicas una gran dignidad literaria y, simultáneamente, un planteamiento problemático del hecho y de la vivencia religiosos. De ello se siguió: 1º que la literatura católica dejó de ser una literatura «piadosa», «devota», para hacerse conflictiva y provocar una conmoción en todo el aparato de la fe; 2º que, como alguien ha dicho, los intelectuales católicos dejaron de sentir complejo de inferioridad y pusieron su pensamiento en contacto y al nivel del pensamiento contemporáneo laico. Paralelamente, aunque un poco después (los poetas van siempre por delante), nació una «nueva teología» en cuyas posiciones no puedo detenerme pero cuyos autores prepararon la «toma de conciencia eclesial» y la repristinación del catolicismo que han sido el motor y la meta del Concilio Vaticano II. Muchos de ellos, entonces avanzados (Chénu, De Lubac Rahner, y el Daniélou anterior a su elección al cardenalato, entre otros), tienen hoy, ya, cierto valor «prehistórico». Caso aparte es el padre Teilhard de Chardin, que traspuso su antropología a una mística no siempre coherente y continuamente sospechoso a los ojos de los vigilantes de la ortodoxia. Porque la actitud de Roma ante el nuevo movimiento teológico fue ambigua y oscilante, como corresponde a la diversidad de tendencias que opera en los altos estamentos eclesiásticos: las encíclicas Spiritus Paraclitus, de Benedicto XV, y Divino afflante, de Pío XII, estimulaban la apertura; el «monitum» contra Teilhard y la encíclica Humani generis, también de Pío XII, cerraban la guardia y endurecían las fórmulas regresivas.

Pero volvamos a la literatura, y concretamente a la novela. La «novela católica», es un producto francés de aquelmomento, aunque cuente entre sus más conspicuos cultivadores al inglés Graham Greene: Mauriac, Bernanos, Julien Green (norteamericano de expresión francesa). Maxence van der Meersch (de calidad notablemente inferior), etc. A mí, celtíbero acostumbrado a sufrir las militancias irreductibles y la incomunicación feroz de los discrepantes, me asombra comprobar cómo pudo nacer y florecer una corriente literaria que, sin abjurar de sus principios, los permeabilice con la ciencia y la conciencia del presente; y más aún, como los novelistas franceses de este grupo adoptaron posiciones políticas de izquierda que, desde Péguy ante el «affaire Dreyfus», llegarían hasta la Resistencia antinazi, pasando por las guerras de España, de Indochina y de Argelia (he dicho novelistas; entre los poetas está la excepción del ampuloso y arcaizante Claudel).

La «novela católica» era –lo repito- no la novela «moral», «edificante», «ejemplar», sino un crudo muestrario del mal, de la duda, del pecado, en un mundo en el que la presencia de Dios es contradictoria y desconcertante. Novela «para no ser puesta en todas las manos», según la moralina tradicional, pero rigurosamente católica en su concepción de las relaciones del hombre con Dios, y mucho más válida que las estampas pías de la literatura católica anterior (es decir, válida simplemente). A menudo, el sacerdote, por su condición de mediador y de dispensador de la gracia, aparece en esta novela, pero sometido a sacudidas existenciales y a desfallecimientos humanos, a crisis de vocación y a choques con las estructuras eclesiásticas. Acerca de los diversos tratamientos que se dan a la figura del sacerdote quiero hablar al ocuparme directamente de la novela de Bonet; baste por ahora adelantar que la degradación de esta figura dará lugar después a la «novela de curas», y aún al «cine de curas», tan deleznablemente cultivado en España hacia el año cincuenta.
A España, la «novela católica» llegó, como todo lo europeo, con retraso. (Otra cuestión es la de un pensamiento católico de izquierda, que se aglutinó, antes de la guerra civil, en torno a la revista «Cruz y raya», desaparecida con el exilio de su director José Bergamín. Las revistas que la sustituyeron mediocremente en la postguerra -«Finisterre», «Arbor», etc.-, han conectando con el pensamiento católico europeo, eligieron, claro está, el ala derecha del mismo: Romano Guardini, Urs von Baltasar...) Fue en la década de los cincuenta cuando, por esas misteriosas filtraciones que, dado el estado de cosas del momento, uno no acaba de explicarse, la «nueva tecnología» y la «novela católica» irrumpieron en España escandalosamente. Aparecieron revistas de este signo («El Ciervo», «Incunable», «Espiritualidad seglar», etc.), y el clero joven, esporádicamente apoyado por alguna rara jerarquía, inició el viraje que aún no ha terminado de dar. Yo, qua nunca he sido eclesiástico, desempeñé, de 1955 a 1960, la cátedra de literatura y comentario de textos literarios de un Seminario diocesano, en virtud de cierto vacilante afán de «agglornamento» que acometió a un obispo (hoy arzobispo) cuyo nombre no viene a cuento. Piensen ustedes que el libro de texto era (horresco referens!) el del padre Risco, y que las lecturas habituales iban de Gabriel y Galán al inevitable don José María (el de El divino impaciente). Lo primero que hice fue imponer como texto el de José Manuel Blecua (documentado, objetivo y sugestivo. Luego mandé leer y comentar poemas de Shakespeare, de Rimbaud, de Juan Ramón Jiménez, de Antonio Machado, de Miguel Hernández... Y en lo que toca a la novela, arrinconé al padre Coloma y a .Ricardo León, y repartí «novela católica». La conmoción entre los jóvenes «filósofos» y «teólogos» fue espectacular. Algunos profesores de teología, los de la «nueva ola», me secundaban en sus respectivas disciplinas, y puedo asegurar que aquellos años fueron los de más entusiasta y fructuosa entrega de mi quehacer. No faltaron, por supuesto, los roces graves entre seminaristas y autoridades eclesiásticas recalcitrantes. Yo mismo me vi envuelto en algún episodio que ciertamente no pasó de lo pintoresco. Pero en las habitaciones de los seminaristas, frecuentemente disimulados u ocultos, estaban los libros de Chénu, de Teilhard, de Juan Ramón, de Machado, de Bernanos, de Mauriac (y, como fundente y clarificador de todo aquello, Catolicismo día tras día, de Arenguren, libro capital para entender la evolución que relato y uno de los primeros que recomendé; los más estudiosos emprendieron después el estudio de Literatura del siglo XX y cristianismo, de Charles Moeller, libro igualmente decisivo en la ocasión).

¿Qué queda hoy de la «novela católica», aparte de su indudable valor literario y de su relativo valor histórico? Me atrevería a decir que muy poco. La «secularización» de la vida y de la cultura (aún tomando esa palabra en el sentido en que la emplea la Iglesia católica) parece haber planteado la literatura a niveles de creación autónoma. La «horizontalización» del sentimiento religioso parece excluir la penetración en una interioridad problemática y problematizada: el «compromiso» (cuando es asumido como tal) atiende a la liberación colectiva del hombre y a su realización temporal. El «ecumenismo» favorece el reconocimiento común de la existencia de un Dios personal, más que la expresión de la lucha íntima del hombre con él. Ya no es que el novelista escriba «novela católica», sino que el novelista católico escribe «novela tout court», aunque eventualmente su condición de católico imprima novela un determinado sentido, nacido con la novela misma, no preconcebido en orden a dar una «explicación católica» del hombre. El caso de Heinrich Böll, ahora de actualidad por la adjudicación del premio Nobel, me parece a este respecto, bastante ilustrativo. ¿Es, pues, Si jo fos fuster..., una novela «confesional», o, lo que es lo mismo, una «novela católica»? Dejemos la respuesta para el próximo artículo, en el que me atendré exclusivamente a esta obra de Blai Bonet.

***
hay, puede desvanecer la relacidn que yo estudiaba coma posi­ble entre la novels de Blai Boner y otras formas anterio­res de la narrative. Siempre me ha gustado analizar una obra literarla teniendo en cuenta no 'solo . su contorno social, politico, sentimental, etc.), sino tambien sus tai ces, o, si se prefiere, su historic, incluidos en esta to especificamente documentai y to directamente humans (o la egrandea y la apequena» his­toric). Eats puede parecer una pretension pedantesca de tomar has cosas ab ova ge­mino, sera yo creo qvo con­tribuye en gran medida n elu­cidar el set de la obra en cuestion, to Gaol, en definiti­ve, es to que constituye I, critics.
El punts de enlace entre ml artlcuis anterior y el pre­sence es la conshderacldn dei sacerdote coma protagonists de ha novels catdlica (enten­diendo ya data on us sentido amplio), A ml iuicio. el sa­cerdote puede protagonizar una novels confeaionai de cuatro mantas. Prlmera: co­ma sujeto conflictive, cuya probhemdtica de hombre•sa­cerdote forma eh eje dei re­late; ejemplos lei eras: Die­rio de un cure rural, de Ber­nanos, y El porter y Ia gloria, de Graham Greens, Segurt­da: coma punt ente de ficcidn cuya condicidn sacerdotal no
lace otra cola que superpo net un determinado matiz (ideologico, psicoldgico, etc.) a , la sucesidn de peripecias d la narracidn; e)emplo; lam ndvslas dei apadre Browns., de' Chesterton. Tercerd: Co. ma portavoz, en un dintorno costumbrista, de una ideals­gia, v enn este cast se rtes
via hacia to apologetics; ejemplo: la serie de tDon Camilos, de Guareschi. Cuar­ta: Coma sujeto de proble­mas no ya dei Sods persona­'led. sino estructurales (de has estructuras eciesiasticas); ejemplo; has novelas de eigle­sia - ficchon» de Morris West o to reciente E> ob7ispo, de Bruce Marshall (y en este cast serie mss propho hablar
de anovela echeshasticaa quo de anovela rellglosaa).

Volvamos a Si jo fos fur-. ten,,, `Es amossen Josepu el protagonists de Is novels, y en consecuencia, data cabs dentro de aiguna de has ma dalidades recidn apuntadas?. A ml entender, solo parcial­mente, dentrs de la primers modalldad, pert on un doble aspects; sustanciai de aria parts, sweats quo, sin son to quo antes se ilamaba eel lid-, rook (la novels, de intents, abarca Sods us estrato so­cial), da sentido al conjunto, de tai suede quo los peres­najes y sus villas estan vis­tas y cualiflcados on funcidn dei sacerdote y de su minis­tens; do stns pads, estricta­mente literarla, coma centre constants de referenda de una pluralidad de acontece­res. En esencia, Si jo foe lus­ter,,, es us fresco de deter­minada juventud burguesa de la Barcelona actual, quo pre­cisamento revels a travds de emossdn Joseps (sacerdote aposconciliars quo estrena su ministerio) su entidad coma close y su posibihldadde ~tras­cendencia. El stasis amos­sbna apareco en persona on sodas ocasiones, pots has di­versas histories paraleias Ie son relatadas a eh, y el, des­do el trasfondo, Ids confiere to quo yo Ilamaria una edig­nidada,, o major sun, una apureza fundamentals. Porque Si jo fos luster, ,,me parece, sabre tolls, un casts afar de pureza, afar transparente on quienes ya ha passer (amos­sen Josepp, eJoan Miquel>a, tOvidi:a y aMadax, eMadiu y aManuel Saladrigasn) y opaco on quienes luchan rtes­eaperadamente en favor o en contra de ells (tiJoan Sala­drigasa, aMantserrat Vila»). Tal vez esa pureza estd on­carnada demasiado esquemd­ticamente en its personajes jdvenes, mientras quo has ma­yores aparecen manchados o perdidos. -La historic de eOvi­dl>t y tcMartas (especie de
Pablo y Virginia en cristiano y on nuestros dies) results harts signiflcativa a alto res­pects. Asimismo, (a actltud aposconctiiarm dei amossbna aparece, qulzds, exceslvaoien­te note y rectilinear pidnsese

MOLINA OA POS

.3n su primers homilia, relati­ve al demonic y en sus visi• tad al obispo y a la curia. El contorno politicosocial se presents may diluido en to­ques impresionistas, a veces u(1 Santo reit.erativos.
Pose a su contextura dia­logs) (ya he dicho que Sodas has uvidasa le son relatadas al sacerdote), pese a su mul­tiplicidad argumental y a al­gUn que airs flashback (Las evocaciones que hate uOvi­di» de su infancin y de su pals natal), de hecho, Si ha fos luster,., es una novels tlineala en la que la experi­mentacidn estilistica quells reducida a la disposicidn tips­graflca (a veces liege a fati­gar la repeticidn de lineal de untos destinada a pautar los di~logos). De stns parts, la sistamatics intercalacidn de onomatopeyas, de image­nes tomadas de la villa ciu­dadana, de metaforas y de un dents humor suavemente cri­tics prestan vivacidad al hen• guaje y a la andadura dei re hats plural.
En cuanto al lenguaje, he' distinguido en el tres formas que se alternan sin contrapo­
rse, pert sin complemen­tarse nacesariamente: 1.', el dialogs « barce)bnr>; • ,
de castellanismos y de neols gis,moc y a la vez dotado de una rora 'puicnitud; pare mi, es un acierto singular la cam binacidn dei acatalan de Ia caller actual con un' Catalan heredado par los Idvenes de quienes vivieron una culture catalana burguesa prapia (eels Magatzems Alemanys dei temps de Prat do la Ri­bab); 2.`, ha descrjpcidn di­recta, impresionista,' sincopa­da, lions de referencias a la Barcelona y a los aconteci­mientos de boy (anal veces chispeantes y otras veces al­go gratuitas, pert slempre expresivas); 3.* la descrip­cldn, podtica (excursion de tOvidis y amossdn Josepe, evocaciones de tOvidis, (di­hio entre Oslo y tMarta»), sin dada la de mds alts ca­lidad literarla y en la que el gran poets que es Blai Bondt (se irrtpone sabre el prosista con us vocabulario rice, en­cadenado en pdrrafos largos donde predominan la metafo­ra sensorial, eh ritmo interns, Ia deslumbranta sucesidn de imagenes quo larder realidad y fantasia. Es de natar que tints io morfologia coma la sintaxis son, en tads la no­vela, netamente catalanas (es decir, no dialectales, o, Si se qulere, no malhorquinas), en Santo que, a to largo de es tos•pasajes apoeticoss, el va­cabulario se esmalta de algu­nos mallorquinismos quo Ie anaden « casta>a y vigor.

Concluyamos, ~Es o no, Si lo fos faster,,,, una nave­la acanfesionala?, Si, en cuanto gtte encierra una con­cepcldn religiosa dei aconte­cer humans, manifestada en y alrededor de un sacerdote qua, sin ser ei personaje principal (en ei sentido tra­dicisnai de estos terminal), ec el loco que ilumina con una luz rellgiosa el entrecru­zamlento de unas Villas de hay. Otra coca serie discs­tin si la creencia on Dios sue­de ester difuminada en una creancia en el hombre, vista, ciedamente, en su trascen­dencia y sabre Sods (ya to he dicho) on su apasionada bdsqueda de pureza. Ciertos toques Inocentemente vvolte­rlanosy y una paipitante son­sualidad (quo no orstismo peso a incidir, aqui y slid, en la aexualidad) atenOan o en­turbian el rigor de ha sonic problematica quo se plantea, Lo dual pudde restar profun­didad a Ia novels o, par ei contraris, acercdrnssia mss, constituida on en conjunto . fluldo y atrayente de dosen­frenada autenticldad y, on el foods, de entrai able psesia.

 

© de l'autor

< < Pujar

Comentaris i suggeriments Administrador
Contactau | Informació
©2007 Discursos d'Experimentació en la Narrativa Catalana